Por César Zelada
El resultado de las elecciones generales en la segunda potencia mundial ha sido histórico. Después de 54 años en el poder, el derechista Partido Democrático Liberal (PDL), acaba de sufrir una derrota abrumadora por aplicar el modelo neoliberal-capitalista (hablan ahora de una “revolución política” en Japón), que solo ha generado más desempleo y frustración en los trabajadores japoneses.
Según el Banco Mundial, el ingreso familiar medio ha caído a su nivel más bajo en diecinueve años. El producto interior bruto per cápita del país ha caído del tercero más elevado del mundo en 1991 al puesto número dieciocho el año pasado. Durante todo el último período, los japoneses corrientes han visto como la situación económica cada vez era más insegura. Desde 1990, ha aumento mucho el número de contratos temporales (se ha despedido a 216.000 trabajadores por la crisis).
La economía japonesa sufre un rápido declive. El primer trimestre de este año cayó a una tasa anual del 15,3 %, todo un record. Incluso si durante los últimos trimestres se modera la caída (algo que por ahora parece difícil), aún hablamos de una caída profunda y dramática, que ha sacudido la conciencia de capas amplias de la clase obrera y la juventud japonesas. Todo el sentimiento de confort ha desaparecido como el agua en un caldero hirviendo.
Esta situación es la que explica que el socialdemócrata Partido Democrático (PDJ), bajo el liderazgo de Yukio Hatoyama, haya ganado las elecciones del 30 de agosto conquistando dos tercios de los 480 escaños en el Parlamento
Hatoyama es el diputado más rico (descendiente del fundador del fabricante de neumáticos Bridgestone), heredero de una dinastía de políticos comparada a menudo con los Kennedy (su abuelo fue primer ministro; su padre, ministro del Exterior), y a prometido conciliar en nombre de la “unidad nacional”.
Pero el programa que levanta el PDJ (garantizar educación superior gratuita, sueldo mínimo a agricultores, pensión mínima, reducir las bases yanquis, etc.), colisionará con la política neoliberal del PDL. Por tanto, la perspectiva es inestable y explosiva. Y puede ser cosechada por el Partido Comunista de Japón (el tercer más grande), aunque sus dirigentes estén a la derecha del movimiento social.
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